El trauma crea cicatrices en el cuerpo energético, a menudo invisibles pero profundamente sentidas.
El cuerpo humano es un sistema complejo, no solo a nivel físico y psicológico, sino también a un nivel energético. Cada experiencia, cada emoción, cada pensamiento, deja una impronta en nuestro campo energético. El trauma, en particular, es una fuerza disruptiva que puede generar profundas cicatrices, a menudo invisibles para el ojo clínico, pero intensamente sentidas en la totalidad de nuestro ser. Somos energía en movimiento, un flujo constante de vibraciones positivas y negativas que interactúan con nuestro entorno y con nosotros mismos.